En los países de habla hispana, el graffiti ha sido desde siempre un elemento fundamental para la resistencia política. Tanto en España, principalmente como medio de rechazo a la dictadura franquista, como en América Latina luchando contra las dictaduras militares que asolaron el continente, el graffiti fue el medio esencial a la hora de plasmar en las paredes las consignas de turno que planteaban la resistencia de la calle al poder establecido.
En los Estados Unidos, sin embargo, aunque existió como herramienta política para los grupos más radicales, el graffiti apareció fundamentalmente como una herramienta de las bandas o “gangs” para delimitar su territorio. Una manera de decir: “esta esquina es mía”, “este es nuestro territorio, más te vale no meterte aquí”.
A mediados de los ´60, en la ciudad norteamericana de Filadelfia, el "bombing" sienta los primeros antecedentes del graffiti tal y como hoy lo conocemos. Estos primeros artistas, impulsados por el noble propósito de llamar la atención de la prensa y la comunidad, se dedicaban a bombardear, de ahí el término "bombing", las paredes de la ciudad con su nombre o apodo.
Con su traslado, no está muy claro si voluntario o espontáneo, al distrito neoyorquino del South Bronx, es cuando el arte del "writing", término con el que se conoce el acto de "escribir" en los vagones y paredes, toma su forma definitiva de diálogo con la sociedad en general, y con sus compañeros en particular.
Fue uno de estos primitivos "writers", apodado Taxi 183, quien debido a su ocupación de mensajero de a pie y a la necesidad de utilizar el metro que ésta le suponía, el pionero de los "motion tags", nombre con el que se bautizó al arte de marcar los vagones de metro con la firma en forma de garabato. Por otro lado, acaparó el honor de ser el primero en llamar la atención de los todopoderosos "mass media". El diario New York Times dedicó todo un artículo al mencionado artista.
Así fue como la New York Transit System, y más concretamente los vagones de los trenes de metro se convirtieron en el elemento unificador del graffiti, e hicieron que algo que para mucha gente sólo eran garabatos o marcas de las "gangs", se convirtiera a través del "writing" en algo muy diferente.
Se llega entonces, entre mediados y finales de los 70, a la cumbre en lo que a innovación estilística se refiere cuando esta técnica del "tag" o tagging", que consistía en la firma del artista con forma de garabato, evoluciona hacia letras más estilizadas y grandes. Además de para escribir el nombre, empiezan a utilizarse para expresar ideas o declaraciones, dando lugar primero a las "bubble letters", letras redondeadas con relleno y filete, y más adelante a lo que hoy se conoce como "throw up".
Esta técnica, a su vez impulsada por el afán competitivo de los "writers" y su deseo de ganar mayor popularidad y respeto, llega a una complejidad estilística tal, que las letras empiezan incluso a ser difíciles de entender, culminando así en lo que es la forma más notable del graffiti del Bronx, el "wildstyle".
Con el último aliento de la década de los 70, el "writing" alcanza sus cotas más altas con la incorporación de imágenes de la iconografía popular tales como personajes de comic o de dibujos animados, e incluso en muchos casos de autorretratos en forma de caricatura. Con ellas, aparecen en escena las complejas "pieces" o "masterpieces", que además de servir para distinguir a los grandes maestros de los principiantes, se generalizan y amplían su tamaño hasta llegar a ocupar vagones de metro enteros.
La comunidad del "writing" arde de expresividad y ello lleva a una competitividad feroz que se traduce en el auge de las guerras (no violentas) de Estilo. Así como de las alianzas entre "writers" y "crews" (grupos de writers que trabajan en equipo), para conseguir el respeto de los demás rivales y compañeros.
Pero como los finales felices parecen estar reservado en rabiosa exclusiva para las películas pergeñadas por ese estandarte del "establishment" que es Hollywood, los primeros años de la década de los 80 hacen su aparición en escena en muy mala compañía. Comienza una etapa más dificil para el graffiti como arte callejero, pero como veremos en nuestro próximo capítulo la historia de este género, aún tiene mucho por decir....
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